18 de diciembre de 2007

videos reciclaje

Videos producidos por los jóvenes del colegio Juan León Mera, en el barrio Comité de Pueblo, Quito, durante el taller de reciclaje de basura, noviembre del 2007.
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"Recicla papel" - 1:25 minutos






"Retornable, no desechable" - 1:43 minutos




12 de mayo de 2007

Cortos radiales

Cortos radiales producidos por los jóvenes de Porotoyaku durante el taller de creación audiovisual en febrero del 2007.
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El Alcohol:






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Autores: Diana Shiguango, Elsi Shiguango, Heriberto Shiguango, Leonor Yumbo y Lorena Narváez.

El Chisme:






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Autores: Carola Tunay, Jimena Shiguango, Fidel Shiguango, Mery Shiguango y Sandra Salazar.

La música tradicional:






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Autores: Edith Shiguango, German Shiguango, Janet Shiguango, Lizardo Shiguango, Rosa María Tanguila, Susana Shiguango y Welington Yumbo.

11 de mayo de 2007

Videos Porotoyaku

Videos producidos por los jóvenes de Porotoyaku durante el taller de creación audiovisual en febrero del 2007.
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"Trabaja y no envidies" - dramatización - 2:40 minutos






"La chicha fermentada" - documental - 5:50 minutos




5 de mayo de 2007

Recorriendo caminos

Ya eso hace unos cinco años cuando por estas tierras cálidas y solidarias llegaba la noticia de la decisión del gobierno de dar a concesión estos territorios para intereses de empresas extractivas. Es sabido que la actividad petrolera es una prioridad para la economía de este pequeño país eminentemente exportador.
Esa noticia iba a cambiar la historia de esta pequeña población, alejada de las grandes urbes y ajenas de los espacios de decisión.
Pero la respuesta de esta gente no fue la resignación ni simplemente la ambición. Sino que comenzaron a informarse, a organizarse. Convocaron a reuniones, a talleres, a asambleas. Aprovecharon todo espacio para plantear sus preocupaciones y sus propuestas.
Sin embargo, eran pocas las personas que estaban convencidas en defender sus derechos como pueblos indígenas y proponer otro camino posible. La mayoría eran mujeres, ancianas y jóvenes.
A pesar de que la amenaza no era inminente, considerando que el crudo era pesado y para el gobierno había otras áreas prioritarias, estas personas no descansaron y no dudaron en seguir con su lucha. Este proceso se dio por varios frentes. Usaron los medios a su alcance. Fueron a las emisoras locales a denunciar, a proponer. En ciertos medios las puertas siempre estuvieron abiertas pero en su gran mayoría no fue así. Esta gente comprometida veía que sus voces no eran respetadas, no se les daba espacio ni la importancia que ameritaba tales preocupaciones. El idioma no ayudaba, los medios masivos no lo manejan ni hacían el esfuerzo por entenderlo.
A pesar de todo hubo logros significativos. La gente se fortaleció organizativamente y lograron que el gobierno detenga sus intenciones. Además, se logró que esta parte olvidada del país se lo declare como territorio ecológico. Pero por otro lado se logró visibilizar otras cosas. Por un lado fue obvio que la mayoría de dirigentes no respondieron a los verdaderos intereses de la población a la cual supuestamente representaban. Por otro lado, se evidenció que mucha de la juventud vivió el proceso como lejano y ajeno. Para esta parte de la población, que representa más de la mitad del total, sus prioridades eran otras. Habían crecido lejos del campo y cerca de la televisión. Su educación fue implantada por el estado y por la iglesia, sin recursos y sin visión del contexto de esta parte del país. El deterioro social que les rodeaba les marcó para siempre: el alcoholismo, y el machismo eran pan de cada día. Crecieron viendo como sus representantes traicionaban, mentían y robaban, crecieron viendo como se enriquecía esta dirigencia y sus allegados. Todo esto era algo normal, la violencia en la televisión, en sus familias y en su comunidad, todo era normal, era parte del supuesto desarrollo.
Era obvio que a nadie le importaba, ni al estado, ni a la iglesia, ni a sus dirigentes, que esta juventud tenga un destino fatal. Las niñas con embarazos no deseados y los niños con los mismos males de sus mayores, alcohol y machismo.
No habían ni los recursos ni el tiempo para analizar que estaba pasando.
Sin embargo, un grupo de jóvenes ya habían comenzado a verse a si mismos. No eran muchos pero estaban convencidos que las soluciones no iban a venir solas. Eran los hijos de esos viejos dirigentes que aún mantenían sus esperanzas de construir otro mundo. Habían tenido otra educación y les habían inculcado otros valores. Se habían contagiado por ese espíritu de lucha, rebelde y digno.
Sin embargo, a medida que iban creciendo y potenciando sus capacidades, algunos tomaron el camino más fácil, el de unirse a esta dirigencia viciada por la ambición, la codicia y la ignorancia. No era fácil mantenerse dentro de sus principios para esta juventud. Su alrededor era violento y despiadado. Una juventud que no encontraba oportunidades para desarrollar sus verdaderas capacidades. No había espacios de formación, no había espacios laborales. Eran presas fáciles del bendito desarrollo.
Hubo intentos de procesos de capacitación para los “futuros líderes”, hubo intentos de “fortalecimiento organizativo”. Pero los males y vicios continuaban. El financiamiento cada vez se alejaba, volvía la incertidumbre.
A pesar de todo, un grupo se mantenía fuerte y organizado. Y vieron la necesidad de seguir juntándose a pesar de que ya no habían los fondos y ya nadie estaba al frente. Se juntaron de manera espontánea. Se juntaron para simplemente compartir sus preocupaciones y para ver en el otro a si mismo. Eran reuniones que nadie dirigía y nadie imponía. Eran reuniones donde se imponía la alegría y la rebeldía, verdadera y digna. Se hacía de todo un poco, desde jugar un partido de fútbol, ver una película, comentar lo que sucedía en la comunidad, en el pueblo o en el país. Poco a poco se vio la necesidad de enfocarse y reforzar algunas actividades. Les interesaba eso de ver películas y comentar, escuchar la radio y comentar, leer el periódico y comentar. La mayoría querían hacer sus propias películas, tener sus propios programas radiales, escribir sus propias historias. Pero sabían que para eso había que prepararse y esforzarse mucho.
Ahora las reuniones eran para eso, para aprender eso que a ratos lo habían visto lejano y ajeno. Se reunían para ver con otros ojos a esos medios que a sus mayores no les habían respetado.
Y así comenzó un proceso que no quiere recorrer ni cometer los mismos errores de otros procesos y otras historias.

24 de marzo de 2007

La semilla y la palabra

Primer Festival Amazónico de la Tradición Oral y la semilla:
“La semilla y la palabra”, tendrá lugar en la comunidad de Lushian Mariposa, cantón Archidona, Provincia de Napo, desde el día viernes 31 de marzo al domingo 1 de abril. Será la oportunidad de seguir caminando juntos.

Procura tú que tus coplas
vengan al pueblo a parar
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que el fundir el corazón
con el alma popular,
lo que se pierde de nombre,
se gana de eternidad.
Manuel Machado

“La noche parece venir oscura”, dice mi abuelo mientras deshace entre sus dedos el tabaco recién cosechado que pretende poner a secar para que esté listo para las fiestas.
Mi abuela con las fibras de chambira que se entrecruzan entre sus dedos de sus manos viejas levanta la cabeza y dice: “la noche está en silencio, parece anunciar las lluvias”.
Y como es costumbre por estas tierras cálidas y solidarias la oscuridad da paso a nuestra memoria, a nuestra historia, a nuestra palabra… yo me acomodo frente al fogón.
“Cuando el silencio aparece hay que escucharlo, decía mi abuela” dice mi abuelo iluminado por la tenue luz. “El silencio anuncia, así como nosotros anunciamos nuestro mañana, así ha sido nuestro caminar por estas tierras, sembramos en silencio para cosechar en fiesta”.
Mi abuela se levanta para recoger más chambira y se vuelve a sentar diciendo: “pero no sólo sembramos nuestras semillas, también lo hacemos con nuestra memoria,.por eso hay que darle la palabra al silencio así como a nuestras semillas”
Mi abuelo me mira y me señala una vasija y me dice: “El silencio ha sido nuestra mejor palabra. El silencio divide dos mundos, el mundo de lo dicho y el mundo de lo no dicho. Y así mismo es nuestra palabra y nuestra semilla. Nuestra palabra ve hacia atrás y hacia delante si se la sabe escuchar. Nuestra semilla es nuestra memoria que se resiste a no quedar sordos a nuestra historia ni ciegos a nuestro mañana. Nuestra palabra es nuestra semilla y nuestra semilla es nuestra palabra” mientras sigue enrollando el tabaco dice: “. Nuestras semillas hablan de la historia que somos pero también hablan del mañana que soñamos y construimos”.
Tomo la vasija y miro su interior, estaba vacía y oscura, mi abuelo continúa “Así es nuestra historia, nuestro camino, parece vacío y oscuro, pero está llena y tiene mucho que contar, hay que saber escuchar”.
“Pues precisamente por eso, cada tiempo nos reunimos para recoger esa memoria, esa semilla, para cuidarla, protegerla y para sembrarla y compartirla, así como la vasija, para darle forma, vida y voz a partir de esa tierra que somos nosotros mismos” dice mi abuela ya con la shigra casi terminada.
Con cierto temor pregunto: “¿y si se perdiesen las semillas?”
“Pues ya se han perdido algunas y todas valiosas” responde mi abuela con tristeza pero con los ojos llenos de esperanza. “Por eso este año hemos invitado a otras como nosotros, que están haciendo de su caminar una lucha por esa memoria y esa riqueza que aún nos queda, por esa semilla que nos habla y nos está diciendo de donde venimos y por donde debemos ir”.
“Sí” continúa mi abuelo algo emocionado y con el tabaco encendido en su mano, “Y no sólo vienen a compartir sus experiencias y sus semillas, también vienen con su memoria, con sus cuentos, sus mitos y sus leyendas, con su música y su danza que hacen lo que es nuestro camino, o sea, nuestra vida”.
Algo emocionado me acomodo y pregunto: “¿y quienes no más vienen?”
“Pues quien quiera venir, todos tenemos algo que compartir” dice mi abuela.
Mi abuelo, que se levanta como despidiéndose, dice: “Esto no es más que una parada, una estación más, de este largo caminar, sólo recogemos lo que otros y otras han sembrado y lo compartimos para que siga esta historia”.
Recuerdo lo que me decían nuestros mayores, “los sueños y la palabra son como las semillas, no están muertas y tampoco se les está enterrando, se las siembra para que florezcan”.
Entendí que era momento de soñar que nos espera largos días para preparar la bienvenida a toda esa gente rebelde y sabiendo que hay cuentos que empiezan en historias verdaderas pero también hay historias verdaderas que se originan en cuentos.

Desde el pie de monte amazónico

Fabricio Guamán
Napo, febrero 2007
Correo: fasupai@yahoo.com
Telf: (593) 08 5494 602