5 de mayo de 2007

Recorriendo caminos

Ya eso hace unos cinco años cuando por estas tierras cálidas y solidarias llegaba la noticia de la decisión del gobierno de dar a concesión estos territorios para intereses de empresas extractivas. Es sabido que la actividad petrolera es una prioridad para la economía de este pequeño país eminentemente exportador.
Esa noticia iba a cambiar la historia de esta pequeña población, alejada de las grandes urbes y ajenas de los espacios de decisión.
Pero la respuesta de esta gente no fue la resignación ni simplemente la ambición. Sino que comenzaron a informarse, a organizarse. Convocaron a reuniones, a talleres, a asambleas. Aprovecharon todo espacio para plantear sus preocupaciones y sus propuestas.
Sin embargo, eran pocas las personas que estaban convencidas en defender sus derechos como pueblos indígenas y proponer otro camino posible. La mayoría eran mujeres, ancianas y jóvenes.
A pesar de que la amenaza no era inminente, considerando que el crudo era pesado y para el gobierno había otras áreas prioritarias, estas personas no descansaron y no dudaron en seguir con su lucha. Este proceso se dio por varios frentes. Usaron los medios a su alcance. Fueron a las emisoras locales a denunciar, a proponer. En ciertos medios las puertas siempre estuvieron abiertas pero en su gran mayoría no fue así. Esta gente comprometida veía que sus voces no eran respetadas, no se les daba espacio ni la importancia que ameritaba tales preocupaciones. El idioma no ayudaba, los medios masivos no lo manejan ni hacían el esfuerzo por entenderlo.
A pesar de todo hubo logros significativos. La gente se fortaleció organizativamente y lograron que el gobierno detenga sus intenciones. Además, se logró que esta parte olvidada del país se lo declare como territorio ecológico. Pero por otro lado se logró visibilizar otras cosas. Por un lado fue obvio que la mayoría de dirigentes no respondieron a los verdaderos intereses de la población a la cual supuestamente representaban. Por otro lado, se evidenció que mucha de la juventud vivió el proceso como lejano y ajeno. Para esta parte de la población, que representa más de la mitad del total, sus prioridades eran otras. Habían crecido lejos del campo y cerca de la televisión. Su educación fue implantada por el estado y por la iglesia, sin recursos y sin visión del contexto de esta parte del país. El deterioro social que les rodeaba les marcó para siempre: el alcoholismo, y el machismo eran pan de cada día. Crecieron viendo como sus representantes traicionaban, mentían y robaban, crecieron viendo como se enriquecía esta dirigencia y sus allegados. Todo esto era algo normal, la violencia en la televisión, en sus familias y en su comunidad, todo era normal, era parte del supuesto desarrollo.
Era obvio que a nadie le importaba, ni al estado, ni a la iglesia, ni a sus dirigentes, que esta juventud tenga un destino fatal. Las niñas con embarazos no deseados y los niños con los mismos males de sus mayores, alcohol y machismo.
No habían ni los recursos ni el tiempo para analizar que estaba pasando.
Sin embargo, un grupo de jóvenes ya habían comenzado a verse a si mismos. No eran muchos pero estaban convencidos que las soluciones no iban a venir solas. Eran los hijos de esos viejos dirigentes que aún mantenían sus esperanzas de construir otro mundo. Habían tenido otra educación y les habían inculcado otros valores. Se habían contagiado por ese espíritu de lucha, rebelde y digno.
Sin embargo, a medida que iban creciendo y potenciando sus capacidades, algunos tomaron el camino más fácil, el de unirse a esta dirigencia viciada por la ambición, la codicia y la ignorancia. No era fácil mantenerse dentro de sus principios para esta juventud. Su alrededor era violento y despiadado. Una juventud que no encontraba oportunidades para desarrollar sus verdaderas capacidades. No había espacios de formación, no había espacios laborales. Eran presas fáciles del bendito desarrollo.
Hubo intentos de procesos de capacitación para los “futuros líderes”, hubo intentos de “fortalecimiento organizativo”. Pero los males y vicios continuaban. El financiamiento cada vez se alejaba, volvía la incertidumbre.
A pesar de todo, un grupo se mantenía fuerte y organizado. Y vieron la necesidad de seguir juntándose a pesar de que ya no habían los fondos y ya nadie estaba al frente. Se juntaron de manera espontánea. Se juntaron para simplemente compartir sus preocupaciones y para ver en el otro a si mismo. Eran reuniones que nadie dirigía y nadie imponía. Eran reuniones donde se imponía la alegría y la rebeldía, verdadera y digna. Se hacía de todo un poco, desde jugar un partido de fútbol, ver una película, comentar lo que sucedía en la comunidad, en el pueblo o en el país. Poco a poco se vio la necesidad de enfocarse y reforzar algunas actividades. Les interesaba eso de ver películas y comentar, escuchar la radio y comentar, leer el periódico y comentar. La mayoría querían hacer sus propias películas, tener sus propios programas radiales, escribir sus propias historias. Pero sabían que para eso había que prepararse y esforzarse mucho.
Ahora las reuniones eran para eso, para aprender eso que a ratos lo habían visto lejano y ajeno. Se reunían para ver con otros ojos a esos medios que a sus mayores no les habían respetado.
Y así comenzó un proceso que no quiere recorrer ni cometer los mismos errores de otros procesos y otras historias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y quizas sea un nuevo comienzo..
es momento en que nuestros pueblos comiencen a reclamar lo que es suyo, y que tanta gente babylonizada se saque las vendas de los ojos. Será un largo camino, pero muchos estamos dispuestos a seguirlo .
Es Nuestra Tierra. Nuestros Pueblos. Nuestra Historia.
Y tenemos que aprender a hacer lo que era nuestro , nuestro denuevo.


Bueno, me despido
Mucha suerte en todo lo que emprendan!
Un saludo enorme desde Argentina.
Maru .